Por: Eddy Pereyra Ariza
Los estudiosos de las aspiraciones sociales o de la sociedad en su conjunto, armonizan en considerar, que la mejor política social es la creación de empleos como única fórmula de combatir la pobreza.
El presidente Luis Abinader recibió un país colapsado, como resultado principalmente de la crisis generada por la pandemia.
Una de las consecuencias inmediatas de la crisis sanitaria fue el colisionado aumento del desempleo, que solo en el 2020, de acuerdo con los indicadores de la CEPAL, había llegado a 11%, incrementando así, la pobreza y la desigualdad.
La crisis ha tenido un impacto más significativo sobre las mujeres y los jóvenes. La tasa de participación en las mujeres bajó en 10.4% frente a 7.4% de los hombres, en tanto que en los jóvenes la tasa de la desocupación juvenil subió 2.7% a 23.2%.
Más de tres millones de personas quedaron paralizadas y en su mayoría sin ingresos. Solo el sector comercio, restaurantes y hoteles desocupó a casi un millón y medio de trabajadores. Y ni hablar de la salud, el ingreso, la producción y la inversión, incluyendo el cautiverio de un pueblo acostumbrado a socializar, llevándolo a un estado de desánimo, angustia y desesperanza.
Entonces, no exagero en afirmar que el nuevo gobierno encontró una República Dominicana destrozada, por lo que hacía falta dar un giro social drástico para salir del estancamiento, la contingencia e incertidumbre.
Salud y empleos, fue la consigna del presidente Abinader, quien apostó su liderazgo movilizando al país y poniendo en la mesa del problema su prioridad: la de preservar la vida y el bienestar de sus conciudadanos.
Entonces, en el tema de la salud, actuó con firmeza, y frente a los demás desafíos del COVID-19, implementó programas de protección social destinados a preservar el empleo en el sector privado y la asistencia del derecho humanitario.
A seguida, puso en marcha tres programas de transferencias monetarias a varios sectores de la población, con un costo total de 42 mil millones de pesos. El programa Quédate en Casa, el programa Fondo de Asistencia Solidaria al Empleado (FASE), dirigido a los empleados del sector formal y el programa, Pa’Ti, dirigido a los trabajadores del sector informal, además de la tarjeta “La Doble”, en la que se duplicó el dinero del subsidio de la tarjeta Progresando con Solidaridad.
La gente comenzó a sentirse protegida, de ahí nace las palabras del ciudadano del barrio de Villa Duarte, José del Orbe: “el presidente es el único que se ha puesto las manos en el corazón para ayudarnos”.
La racionalidad de la lógica es que, si el estado les da más dinero a las familias, entonces las familias consumirán más y se crearán más empleos. Lo importante es que las personas estén protegidas, incluidas y formen parte de los beneficios del desarrollo.
Antes, el empleo no tenía una categoría en la política social como proyecto de desarrollo. Para Abinader, el crear empleos se convierte en el eje de su política social, con su máxima de cambiar las ayudas sociales por puestos de trabajos.
Abinader proclamó que el objetivo principal del gobierno es la creación de empleos. Entonces, se entrega para recuperar y crear un millón en los próximos años. Ya en zona franca ha recuperado el 100% y está teniendo buenos resultados con el turismo, la producción agrícola y la inversión extranjera. Además, se activa la mano de obra en la industria de la construcción y aparece el crédito blando y oportuno para los generadores de empleos directos e indirectos, dándole relieve a la pequeña y mediana empresa.
Pienso que, por la secuela de la pandemia, todavía es necesario implementar un plan de emergencia dirigido a la juventud de los barrios carenciados, para que obtengan algún tipo de ingreso.
Sabemos, asimismo, que el país se encamina con muchas dificultades y desencuentros, pero marcha hacia adelante. Solo con la propuesta de reforma del presidente, se construye la base de una nueva actitud nacional.
El auge que tomará el empleo confirmará que el presidente está decidido a sacarnos del atraso, la inequidad y la pobreza. Está montando un sistema creciente de prosperidad, un proyecto ambicioso que probablemente necesite un tiempo más. Mientras tanto, Abinader hoy, es más confiable que cuando fue candidato presidencial.
El autor es periodista y politólogo