Por Emilia Santos Frias
Sin dudas entre la trata de personas y la migración existe una estrecha relación. Se estima que el 20 por ciento de la población dominicana reside fuera de su país, y la mayor parte de las personas emigrantes son mujeres. Para algunos investigadores: “Los flujos migratorios de mujeres dominicanas tienen marcas significativas de trata de personas”. Es el caso de países como Costa Rica, Suiza y España, donde se le estigmatiza y asocia al trabajo sexual.
La emigración y la trata de persona, indefectiblemente, tiene un carácter familiar y colectivo, motivado por la búsqueda de bienestar ante el sobrecargo que tiene la mujer dominicana de responsabilidades; llegando ésta a endeudarse con prestamistas y usureros, así como, con las redes de tratantes, “para que sus hijos e hijas tengan la vida que ellas no tuvieron”. Para lograrlo venden hasta sus bienes materiales e inmuebles, como casas y terrenos, sin saber que pueden caer en una trampa que si no es mortal para el cuerpo físico, puede serlo para la mente.
Las mujeres buscan también en la emigración, salida al círculo de violencia de género intrafamiliar; para asumir con mayor tesón en el ámbito económico, las responsabilidades familiares, adquirir rol de proveedoras, ante padres ausentes e irresponsables, y con estas tareas también comprometen su bienestar individual. Porque, pueden caer en trata de personas, que es una práctica de violencia a los seres humanos, a quienes que se le trata como mercancía, violentándoles todos sus derechos.
Asimismo, la violencia de género, psicológica, económica, física, continúa siendo una de las causas estructurales que llevan a la mujer a ser víctima de este crimen mundial, junto a la desprotección de los derechos; el matrimonio servil; falta de educación integral; cultura patriarcal, la paternidad irresponsable, que fuerza a las mujeres a convertirse en jefas de familias y garantes de la crianza de sus hijos e hijas, entre otros.
Para captarlas y luego de hacerlo, las redes tratantes cosifican sexualmente a la mujer. Ya sea, porque se vista sexy; lo que se fomenta, o por sus carencias educativas, costumbres, creencias…, pero eso no significa que sea exhibicionista, que guste o sea parte del trabajo sexual; que le guste insinuarse o provocar. ¡Creer esto es deshumanización!
En la trata, fenómeno producto de la delincuencia organizada, encontramos la manifestación del abuso de poder. Este delito, tiene un alto componente femenino, es decir, existe la feminización de la trata o, dicho de otra manera, en esta agresión a los derechos humanos, las principales víctimas son las mujeres.
Algunas contribuciones que podemos hacer para combatir esta problemática mundial, es adicionar enfoque de género en la educación, en todos los niveles y currícula escolares y académicas; en las capacitaciones a profesionales y a todos los segmentos poblacionales, para eliminar las barreras y vulnerabilidades que hacen que nuestras mujeres sean víctima de explotación.
Lamentablemente, seguimos arrastrando grandes retos o desafíos, como la creación de políticas con enfoques de género, incluso enfoque de género en programas diseñados para formar atletas, deportistas, clubistas, escolares, académicos, para que identifiquen sus derechos humanos, para que accionen ciudadanía social, como forma de fortalecer la democracia de nuestra nación.
De igual forma, propiciar mecanismos y acciones para que nuestras mujeres identifiquen sus derechos humanos y fundamentales, porque el desconocimiento posibilita su entrada al mundo de la compra y venta de personas. Asimismo, eliminar la impunidad que se observa con las redes de trata y tráfico ilícito de mujeres, que indudablemente, siguen teniendo alianza de poder.
Además, identificar las raíces de las imbricaciones entre la trata y la migración, que fomentan violación a derechos, para eliminarlas y como país ser garantista de prerrogativas fundamentales.
Las normas siguen más dirigidas al control migratorio, que a la persecución de la compraventa de humanos y a la atención a las víctimas. Es el de Costa Rica, Suiza y España, por eso, existen barreras en la protección y atención a las mujeres que son explotadas. Es decir, sus legislaciones no son favorables a las mujeres que sufren coacción o violencia, porque su cuerpo especializado no está capacitado para indagar acerca de la existencia o no de un delito sexual, laboral, matrimonio servil y servidumbre doméstica, tráfico de drogas, entre otros, vía la trata de personas.
El fenómeno de la trata en los países citados, tiene escasos registros y judicialización. Para la realización de este artículo se tomó como fuente el Estudio de Casos sobre Trata de Mujeres Dominicanas en Costa Rica, Suiza y España 2021, editado por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), mediante su Centro de Estudios de Género; la Unión Europea y el Instituto Nacional de Migración de la República Dominicana. Investigación a partir de las migraciones femeninas relativas a nuestro país.
Entre las recomendaciones que esta investigación aporta, para el diseño de políticas acerca de la trata de personas en nuestro país, Costa Rica, Suiza y España, podemos listar: crear políticas migratorias aptas, para el tema trata; normativas acordes a las necesidades; políticas de trata; abordaje y acciones serias de prevención, detección, atención y persecución de la trata, con enfoque de género inclusivo.
La citada investigación afirma que en las comunidades rurales de nuestro país son mayores los niveles de desigualdad de género y la falta de oportunidad para las mujeres. Por eso, recomienda, el manejo de un perfil único del tratante; eliminar estereotipos de género; no culpar a la mujer; erradicar las prácticas discriminatorias y la violencia psicológica al asistirle, entre otras.
Debemos estar atentas y atentos, pues las redes de tratantes, pese a mantener prácticas viejas como ocultar pasaportes de las mujeres explotadas, retenerlas, y trasladarlas a distintos destinos, en la actualidad, no siempre las oculta o aísla. En ocasiones las mujeres tratadas están en los oficios de servicios, ante nuestras vistas y no logramos a simple mirada identificar su condición de víctimas.
Es preciso reconocer y hacer mea culpa, en que las diferencias en las políticas migratorias de los países citados, fomenta y hasta fortalece nuevas modalidades de trata; el negocio ilícito más lucrativo del mundo. Por eso, es necesario que la República Dominicana firme acuerdos bilaterales con países destinos de trata: vergonzoso delito, para lograr mayor garantía de derechos de las personas víctimas y sobrevivientes. Al tiempo que, propicie mejora a la protección de las personas trabajadoras migrantes, en Costa Rica, Suiza y España y otros países destinos.
También, si en nuestro país se obliga a los hombres a pagar pensión alimenticia cuando estén separados de las madres, y que asuman real paternidad responsable, en todo lo que ella implica; ayuda en el hogar, la educación de los hijos e hijas, podría disminuir la emigración de nuestras mujeres al extranjero. ¡Las leyes deben ser más drásticas!
Asimismo, los Estados creen programas que ofrezcan alternativas a las víctimas de trata, para cuando sean asistidas no se les revictimice, como ocurre en la actualidad. Además, mantener capacitación constante, dirigida al personal especializado en aeropuertos, embajadas, centros de salud y tribunales; promover empleos; ofrecer asistencia en salud física y mental, así como, asesoramiento jurídico.